Las terapias dirigidas son medicamentos que inhiben la capacidad de las células cancerosas de crecer y propagarse. Su objetivo principal, o su diana, son los cambios que se producen, principalmente en las células cancerosas, por ejemplo, determinados cambios en las proteínas o ciertas alteraciones genéticas. Esto significa que suelen tener efectos secundarios muy diferentes en comparación con la quimioterapia.
Es posible analizar las células cancerosas para saber si tienen los cambios que estos medicamentos atacan. Se usan muchos medicamentos distintos, y hay muchas dianas diferentes sobre las que estos medicamentos actúan.
La terapia dirigida se usa principalmente para tratar los casos de cáncer de tiroides medular y anaplásico. Los tratamientos con yodo y hormonas que se administran habitualmente y son eficaces en otros tipos de cáncer de tiroides a menudo no surten efecto en estos tipos de tumores malignos.
El cáncer de tiroides papilar, el folicular y el de células de Hürthle que no responden a los tratamientos habituales pueden tratarse también con terapia dirigida.
Los medicamentos que se usan en la terapia dirigida para el cáncer de tiroides se toman en forma de comprimidos o de cápsulas. Se tomarán en la casa una o dos veces por día. Los medicamentos de la terapia dirigida incluyen los siguientes:
Sorafenib
Vandetanib
Cabozantinib
Lenvatinib
Sunitinib
Axitinib
Everólimus
Pazopanib
Aunque son comprimidos, siguen siendo medicamentos fuertes que pueden causar efectos secundarios.
Algunos de los efectos secundarios más comunes de la terapia dirigida incluyen los siguientes:
Náuseas
Diarrea, que puede deberse a la inflamación del colon (colitis)
Estreñimiento
Presión arterial alta (hipertensión)
Dolor de cabeza
Cansancio extremo (agotamiento físico)
Disminución del apetito
Descenso de peso
Llagas en la boca
Problemas en la piel, como sequedad, erupción cutánea, formación de ampollas u oscurecimiento de la piel
Problemas con la cicatrización de la herida
Eritrodisestesia palmoplantar (enrojecimiento, dolor e inflamación de las manos o los pies)
Dolor abdominal
Dolor de los músculos y las articulaciones
La mayoría de estos efectos secundarios desaparecen o se alivian con el tiempo, después de la finalización de la terapia. Tal vez haya cosas que pueda hacer para controlar algunos de ellos.
Estos medicamentos también pueden provocar efectos secundarios graves, como infección, cambios en el ritmo del corazón, inflamación pulmonar o sangrado intenso. Sin embargo, estos son poco frecuentes. Informe a los proveedores de atención médica sobre cualquier efecto secundario que tenga. Ellos pueden ayudarlo a mantenerlos bajo control.
Su proveedor de atención médica puede hacerle pruebas renales, tiroideas, hepáticas y de otras funciones durante la terapia dirigida.
Es importante saber qué medicamentos se está administrando. Anote los nombres de sus medicamentos. Esto incluye los medicamentos con receta y los de venta libre. Pregunte a su equipo de atención médica cómo actúa cada uno y qué efectos secundarios podrían causar. Informe al equipo sobre todos los productos a base de hierbas, las vitaminas y los suplementos que toma, ya que algunos pueden interactuar con la terapia dirigida.
Hable con sus proveedores de atención médica sobre los síntomas a los que debe estar atento y qué hacer si alguno se presenta. Pregúnteles qué cambios debe informarles. Por ejemplo, algunos tipos de terapias dirigidas pueden causar erupciones cutáneas que pueden empeorar si no se tratan de inmediato. Sepa a qué teléfono llamar si tiene preguntas. ¿Existe una línea telefónica diferente para llamar durante la noche y los fines de semana?
Puede ser útil llevar un registro de sus efectos secundarios. Escriba cualquier alteración física, del pensamiento y emocional. Tener una lista por escrito hará que le resulte más fácil recordar las preguntas cuando concurra a las citas, y, también, les facilitará a usted y a su equipo de atención médica colaborar en el armado de un plan para controlar los efectos secundarios.